sábado, diciembre 30, 2006

DESPUES DE 5 AÑOS…

A veces pienso cuando te dejé mirando mientras me alejaba de tu boca, me pareció tan lento y difuso, abandonar tus besos regios y profundos, colmados de alto mar y cielo raso. Me creía la eterna enamorada, la del corazón disperso pretendiéndome capaz de olvidarme de ti, de la casa donde amamos, de la noche que nos prometimos tanto.

Ahora me miro distante y dócil, fuera de mi pasado y de tus brazos. Ya no me siento egoísta, he vivido tanto y he sentido como el mundo me venera a su manera frágil, me ha dado de todo, amores que vienen y se van, amores que se quedan para no irse y que sin embargo los aparto.

No es que mi corazón te pertenezca, ni que te ame más o menos que antes, solo que he pensado… como pasa el tiempo.



GONZALO



Todo lo que he dejado atrás
el haber existido pareciera nunca,
las marcas que llevo sobre el cuerpo
son destrozos de la infame
madurez que poseía.

Era imposible desvariarnos juntos,
afanarnos y forzarnos.

Pero sabiamente
arruinamos las promesas,
construimos nuestro imperio
lejos del nos y el hacer
de todo tiempo simultáneo.

Tu mar se quedo contigo
para acompañarte siempre,
y me traje la casa
con el Dragón a cuestas.

Cuando libero a mi Dragón
el tuyo lo toma por sorpresa
le extirpa las alas
y le fecunda el fuego
en las cenizas de la casa.

El palacio donde habito
tiene un sótano secreto,
en él, se guardan las fieras
mutilándose los miembros
para que nadie les corrompa.

Te digo...
que me traje la casa
con el Dragón a cuestas,
pero olvide la llave
en algún rincón del cuarto.


Paola Herrera Ledesma

domingo, marzo 12, 2006

Me gusta tentar al hombre porque
en el hondo respirar de su pecado... está la gracia.


Paola Herrera Ledesma

martes, marzo 07, 2006

CAMPO SANTO


Fueron tus manos
el castigo de todos mis días
dedos tocaban los huecos
de gozo, de risa bendita.

Luto guarde a tus ojos que vagaban
entre la curva de Leclos
y así cantaba la mañana
a la noche que dormía tus piernas.

Mi cuerpo en luto,
ahí vagaban los ojos
que nunca me diste,
y esos nunca ofrecidos
se fueron haciendo fila
con el resto de los muertos
de un pasado que no olvido.

Debajo de la cama
lavo sacro y grito cielo,
rezo siete padres nuestros
por las noches dadas
por aquellas infieles almas
que no pudieron con ello,
limpio el lecho de azúcar
mientras me revuelco
y de nuevo le rezo plegaría
le grito y me enervo.

Solo Dios sabe
que debajo de mi cama
hay un triste cementerio
de gorriones muertos
con guirnalda en pecho.


Paola Herrera Ledesma