martes, marzo 07, 2006

CAMPO SANTO


Fueron tus manos
el castigo de todos mis días
dedos tocaban los huecos
de gozo, de risa bendita.

Luto guarde a tus ojos que vagaban
entre la curva de Leclos
y así cantaba la mañana
a la noche que dormía tus piernas.

Mi cuerpo en luto,
ahí vagaban los ojos
que nunca me diste,
y esos nunca ofrecidos
se fueron haciendo fila
con el resto de los muertos
de un pasado que no olvido.

Debajo de la cama
lavo sacro y grito cielo,
rezo siete padres nuestros
por las noches dadas
por aquellas infieles almas
que no pudieron con ello,
limpio el lecho de azúcar
mientras me revuelco
y de nuevo le rezo plegaría
le grito y me enervo.

Solo Dios sabe
que debajo de mi cama
hay un triste cementerio
de gorriones muertos
con guirnalda en pecho.


Paola Herrera Ledesma

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